¿Has visto esas
escenas en películas y novelas donde la gente se besa, se acaricia y se desea?
Donde se tocan con el desapego y no con las manos. Donde se lamen con la
angustia y no con la lengua. Donde ninguno siente nada y sólo pretenden verse
bien para demostrarle al mundo que no les hace falta nada…o bien, que el asco
no los permea y que se atora en la garganta. Donde sólo son un par de cuerpos detrás de una pantalla como partes dislocadas en una fabrica de muñecas…donde uno no sabe
en dónde se encuentran sus brazos, su manos ni sus piernas y creen que al
juntarse con otro cuerpo van a poder algún día tener forma…una forma que si no
se pierde en el otro no es, donde si sus manos no son de otro, no es, donde si
la boca no se traga otra lengua, no es…en donde el pelo, el sudor, los rasguños
y mordidas no logran abrirse paso en otra piel. No es más que un simulacro de
carnicería con hocinos y cuchillas desplegando porquerías, en donde la carne es
infinita. Donde corte tras corte tras corte jamás se llega al centro de la vida
y más bien se juega a la muerte, acomodando inmundicias y basura inerte, en
donde hasta el semen se repele, escurriendo entre unas piernas que morían de
hambre por tenerte y en donde la huida emprendida de la humedad tan anhelada se
vuelve real.
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