jueves, 22 de agosto de 2013

Delicatessen

¿Has visto esas escenas en películas y novelas donde la gente se besa, se acaricia y se desea? Donde se tocan con el desapego y no con las manos. Donde se lamen con la angustia y no con la lengua. Donde ninguno siente nada y sólo pretenden verse bien para demostrarle al mundo que no les hace falta nada…o bien, que el asco no los permea y que se atora en la garganta. Donde sólo son un par de cuerpos detrás de una pantalla como partes dislocadas en una fabrica de muñecas…donde uno no sabe en dónde se encuentran sus brazos, su manos ni sus piernas y creen que al juntarse con otro cuerpo van a poder algún día tener forma…una forma que si no se pierde en el otro no es, donde si sus manos no son de otro, no es, donde si la boca no se traga otra lengua, no es…en donde el pelo, el sudor, los rasguños y mordidas no logran abrirse paso en otra piel. No es más que un simulacro de carnicería con hocinos y cuchillas desplegando porquerías, en donde la carne es infinita. Donde corte tras corte tras corte jamás se llega al centro de la vida y más bien se juega a la muerte, acomodando inmundicias y basura inerte, en donde hasta el semen se repele, escurriendo entre unas piernas que morían de hambre por tenerte y en donde la huida emprendida de la humedad tan anhelada se vuelve real.  

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