martes, 23 de abril de 2013

Todo sobre mi padre


Recuerdo que de niña siempre me cuestionaba ¿Por qué tanto tributo hacia la madre? Le sobran canciones, dedicatorias y flores, culturalmente parece ser muy importante. Yo sí tengo madre, ella es frágil y delicada, a penas puede sostenerse; a veces es tan madre como todas, la mayoría de las veces es un mar de lágrimas y motivos rotos. Recuerdo que de niña yo sólo pensaba ¿Quién es esa madre de la que todos hablan? Difícilmente la veo ¿Por qué he de adorarla? Sí, yo la quería pero nunca me sentí parte del bullicio.

Recuerdo que entre tantas preguntas yo sólo tenía una respuesta, una respuesta vestida de hombre con 1.84 cm de altura y un ceño distante y serio que me transmitía paz. Recuerdo que el único pedazo de tranquilidad que tantas veces anhelaba, siempre lo encontraba en los brazos de mi papá. Nunca entendí por qué tanta celebración hacia la madre cuando en mi mundo sólo había tributo para él.

Hoy por hoy me duelen mis impulsos, hoy por hoy me duele crecer.

Despierto todos los días con un temor al desamparo, un miedo a desaparecer. Siento el cáncer en mis venas y la anemia color sangre, ninguna de las dos existe, pero día a día me siento tan enferma que es una lucha constante el no colapsar...no, no es que quiera morir pronto pero creo que dentro de sus planes nunca estuvo el verme crecer ¿Y yo? Desdicha la mía el tener que llevarle la contraria; ahí es donde duele, en donde dejo de ser él para empezar a ser yo. Ahí en donde nos desencontramos y la sexualidad se vuelve mujer...ahí duelen mis hombres, ahí duelen las ganas.

Hace poco recordé que en su necesidad yo me encontraba y era tanto mi cariño que a su voluntad yo me fundía y éramos uno, en mi cuerpo y en mi mente yo era él y su mayor anhelo. Recuerdo cómo ante la falta, en él yo construía mi mundo, recuerdo cómo ante las ganas, yo me hacía su mundo. Hoy por hoy me adorno en flores y me olvido por un rato que en su mundo no hubo cabida para mí y es ahí en donde me envuelve la náusea y los mareos me confinan a una cama en donde me coloco fácilmente y por unos momentos se detiene la disputa del ser yo.

Muchas veces me cuesta trabajo salir de mi casa, no vaya a ser que no pueda contenerme y el vómito haga explosión.

En aquél entonces…nunca creí que dejaría de haber aquél entonces: aquél entonces en donde en sus brazos yo era toda y entre sus brazos mi piel se convertía en su piel. A veces lo sentía tan real que me ardía el cuerpo, ahí en donde sus palabras, sus movimientos y sus deseos iban sólo dirigidos hacia mí.

Hoy por hoy me lleno la piel de tintas de colores y me logro disolver un rato. Ahí en donde el cuerpo duele, los apetitos se desganan.

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