Recuerdo que de niña
siempre me cuestionaba ¿Por qué tanto tributo hacia la madre? Le sobran
canciones, dedicatorias y flores, culturalmente parece ser muy importante. Yo sí tengo madre,
ella es frágil y delicada, a penas puede sostenerse; a veces es tan madre como
todas, la mayoría de las veces es un mar de lágrimas y motivos rotos. Recuerdo que de niña
yo sólo pensaba ¿Quién es esa madre de la que todos hablan? Difícilmente la veo
¿Por qué he de adorarla? Sí, yo la quería pero nunca me sentí parte del
bullicio.
Recuerdo que entre
tantas preguntas yo sólo tenía una respuesta, una respuesta vestida de hombre
con 1.84 cm de altura y un ceño distante y serio que me transmitía paz.
Recuerdo que el único pedazo de tranquilidad que tantas veces anhelaba, siempre
lo encontraba en los brazos de mi papá. Nunca entendí por qué tanta celebración
hacia la madre cuando en mi mundo sólo había tributo para él.
Hoy por hoy me duelen
mis impulsos, hoy por hoy me duele crecer.
Despierto todos los días
con un temor al desamparo, un miedo a desaparecer. Siento el cáncer en mis
venas y la anemia color sangre, ninguna de las dos existe, pero día a día me
siento tan enferma que es una lucha constante el no colapsar...no, no es que quiera
morir pronto pero creo que dentro de sus planes nunca estuvo el verme crecer ¿Y
yo? Desdicha la mía el tener que llevarle la contraria; ahí es donde duele, en
donde dejo de ser él para empezar a ser yo. Ahí en donde nos desencontramos y
la sexualidad se vuelve mujer...ahí duelen mis hombres, ahí duelen las ganas.
Hace poco recordé que
en su necesidad yo me encontraba y era tanto mi cariño que a su voluntad yo me fundía
y éramos uno, en mi cuerpo y en mi mente yo era él y su mayor anhelo. Recuerdo
cómo ante la falta, en él yo construía mi mundo, recuerdo cómo ante las ganas,
yo me hacía su mundo. Hoy por hoy me adorno en flores y me olvido por un rato
que en su mundo no hubo cabida para mí y es ahí en donde me envuelve la náusea
y los mareos me confinan a una cama en donde me coloco fácilmente y por unos
momentos se detiene la disputa del ser yo.
Muchas veces me cuesta
trabajo salir de mi casa, no vaya a ser que no pueda contenerme y el vómito
haga explosión.
En aquél entonces…nunca
creí que dejaría de haber aquél entonces: aquél entonces en donde en sus brazos
yo era toda y entre sus brazos mi piel se convertía en su piel. A veces lo
sentía tan real que me ardía el cuerpo, ahí en donde sus palabras, sus
movimientos y sus deseos iban sólo dirigidos hacia mí.
Hoy por hoy me lleno
la piel de tintas de colores y me logro disolver un rato. Ahí en donde el
cuerpo duele, los apetitos se desganan.
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