sábado, 14 de septiembre de 2013

El crítico

A veces no sé por qué lloro.
Una vez más tratando de encontrarle sentido al sentimiento, en donde hasta tú te afliges por el amorfo de mi inquietud
Y tus palabras resuenan en mi mente como el estándar de no ser
Y entonces te concibo tan seguro de mi falta.
Tan postrado en lo real,
En donde me acuesto para dejarme fluir
Y sin embargo no pasa nada,
En el afuera; en la estadística
En mi vida coagulada.
Y me pides paciencia, como queriendo controlar el tiempo.
Una vez más, tratando de encontrarle sentido al sentimiento
Y yo me diluyo en pasiones inventadas con el afán de descolocarte.
Con la actitud obligada de oponerme, 
Como queriendo convencerme de que no te necesito por más que sea la única posibilidad
Y me desentiendo del momento
Y me reduzco a entusiasmos efímeros a favor de la sinceridad,
En donde quisiera sentarme y decirte que es a ti a quien quiero
Pero de sólo pensarlo, me vuelvo de piedra y el momentáneo tormento se torna soportable hasta el punto de la austeridad en donde me desprendo del aire y respirar pareciera ser más bien un sacrificio;
Como si el mundo no me mereciera,
En lo alto del sombrío,
En donde te hablo de mis silencios como queriendo ofrecerte mis sonidos.
Y que no tolero la idea de ser materia de práctica,
Con esa frialdad celada que me domina,
En donde vacilo sobre tu confianza y demando atención,
Porque estoy hecha de piedra y tu mirada se ofrece como cascada queriendo romper el orgullo profundo que no ilustra el sentimiento y el sentido se atora en el instante de tu palabra contra mi razón y te veo.
Tan postrado en tu silla, tan lejano, certero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario