A veces te extraño
tanto que no encuentro un por qué. A veces pienso en la vida que nos esperaba y
en las pláticas de media noche y en la cocina y en la cama. A veces te necesito
tanto que quisiera volverme loca y concentrarte. En un solo cuerpo, en una sola
materia. Me fui para quedarme, aunque quizás jamás lo entiendas. Porque no sé
cómo estar, porque no entiendo tus directas. Que si la vida y la
muerte y mi presencia. Que jamás te quise como tú quisieras, pero que siempre te
amé como yo pudiera y te amo hasta la fecha y te amo con la escena y te amo, te
amo con la intensidad de una sirena. Y que te vivo y que te extraño con el alma
en una piedra. En una piedra firme y hueca que a la orilla del mar pierde su
consistencia y fueron tus olas las que no dejaron huella de lo frío de mi alma,
de lo duro de mi esencia y que si por mi fuera, que si por mi fuera, a tu vida
daría ofrenda, en la copa que me nubla y en la vida que me ciega. Que te amo,
que te anhelo como un león ama a la cebra, entre lenguas y mordidas y la vida
que se cuela en mis dientes que te aman y en el hambre que contempla tu mirada
como besos a la eternidad que alguna vez nos juramos en las noches de sudor y
nieblas que quizás jamás nos dejaron ver las ganas de desaparecer tan grandes
que en un solo descuido nos hubiera reducido a las tinieblas y yo te amo, te
amo…con la magnitud de mi inconsciencia, con mi alma en las secuelas. Que si por mi fuera,
que si por mi fuera, viviría la vida entre tus piernas. Que te amo, que te
extraño, que contigo yo quisiera. Que la vida, que la muerte, entre tus brazos
yo existiera y te amo, yo te amo que sin ti la vida quema.