lunes, 2 de diciembre de 2013

Somos dos.

A veces te extraño tanto que no encuentro un por qué. A veces pienso en la vida que nos esperaba y en las pláticas de media noche y en la cocina y en la cama. A veces te necesito tanto que quisiera volverme loca y concentrarte. En un solo cuerpo, en una sola materia. Me fui para quedarme, aunque quizás jamás lo entiendas. Porque no sé cómo estar, porque no entiendo tus directas. Que si la vida y la muerte y mi presencia. Que jamás te quise como tú quisieras, pero que siempre te amé como yo pudiera y te amo hasta la fecha y te amo con la escena y te amo, te amo con la intensidad de una sirena. Y que te vivo y que te extraño con el alma en una piedra. En una piedra firme y hueca que a la orilla del mar pierde su consistencia y fueron tus olas las que no dejaron huella de lo frío de mi alma, de lo duro de mi esencia y que si por mi fuera, que si por mi fuera, a tu vida daría ofrenda, en la copa que me nubla y en la vida que me ciega. Que te amo, que te anhelo como un león ama a la cebra, entre lenguas y mordidas y la vida que se cuela en mis dientes que te aman y en el hambre que contempla tu mirada como besos a la eternidad que alguna vez nos juramos en las noches de sudor y nieblas que quizás jamás nos dejaron ver las ganas de desaparecer tan grandes que en un solo descuido nos hubiera reducido a las tinieblas y yo te amo, te amo…con la magnitud de mi inconsciencia, con mi alma en las secuelas. Que si por mi fuera, que si por mi fuera, viviría la vida entre tus piernas. Que te amo, que te extraño, que contigo yo quisiera. Que la vida, que la muerte, entre tus brazos yo existiera y te amo, yo te amo que sin ti la vida quema.